Historia de una colección

Historia de una colección Victorinox

Cuando caminamos entre la gente, pocas veces pensamos en que cada uno tiene su propia historia, o podríamos decir, una historia llena de muchas otras, más pequeñas. Los aeropuertos son lugares de mucho tránsito, viajeros que van de un sitio a otro por distintas razones, tal vez en algún momento nos cruzamos con personas desconocidas en ese momento y que posteriormente llegaron a ser algo en nuestras vidas.

Esta historia es un poco de eso, pero acá el relato gira en torno a un objeto y lo que representa para cada uno. Finalmente las cosas son eso, aparte de la utilidad que tienen, también les asignamos un significado más allá de aquello para lo que fueron diseñadas. Los días parecen iguales cuando tenemos una rutina, pero en algún momento algo pasa, y ya ese día es diferente, porque descubrimos algo o conocimos a una persona, recordando lo que alguien escribió “no sabía.... que en la noche lluviosa y sin techo lo esperaba el amor de su vida”.

Un hombre con una navaja Victorinox en su mano, pensando qué podía hacer para no perderla. Las restricciones en los aeropuertos después de los atentados a las Torres Gemelas hacían imposible llevarla en su viaje. Eran nuevas dichas restricciones y todos se estaban recién familiarizando con ellas. Este objeto tenía un valor sentimental para él, había pertenecido a su padre quien se la había regalado, así que sentía mucho pesar por el hecho de perderla y esto le tenía pensativo, buscando alguna solución. Viajaría por una semana y volvería, pero ¿dónde dejarla? ¿qué seguridad tendría de recuperarla? Tenía poco tiempo. Finalmente, se acercó a alguien, le pareció una persona que podría darle alguna información. La conversación fue algo así:

-       Hola, ¿usted es de acá? 
-       Sí, trabajo en los taxis oficiales del aeropuerto.
-       Sabe, tengo un problema.
-       ¿Cuál sería?
-       Sucede que voy al sur a pescar con unos amigos.
-       ¿Cuál es el problema? lo va a ir a pasar bien, dijo con entusiasmo el hombre.
-       Es que no puedo llevar esta navaja en el avión, la sacó de su bolsillo y se la mostró, no me dejan pasarla por seguridad, perteneció a mi padre, tiene un significado especial para mí y no quiero perderla. ¿sabe si hay lugar de custodia?-       No, para esas cosas pequeñas no hay acá.

El hombre quedó pensativo sin saber qué hacer. Como hablando consigo mismo dijo, era de mi padre y no la quiero perder.

-      Déjemela a mí, la frase lo trajo de nuevo al momento, yo trabajo todos los días acá, le doy mi tarjeta y cuando vuelva, se comunica conmigo y se la devuelvo.

-       ¿De verdad haría eso? Dijo esperanzado.
-       ¡Claro! ahora el problema que tiene es que debe confiar en mí, y sonrió.

Bueno dijo el viajero, sonriendo, entre perderla en un caja del aeropuerto y dejársela a usted, prefiero que usted la tenga.

 Luego conversaron unos pocos minutos y el viajero se fue con la tarjeta de presentación de un extraño en el bolsillo, y el amigo de nuestra historia, quedó con una navaja Victorinox en su mano.

 Al día siguiente, Nelson empezó a mirar la navaja, era roja y la encontró bonita, así que comenzó a llevarla en el bolsillo, ocupándola durante la semana que la tendría, quedando encantado por lo práctica que era. Luego, cuando volvió el viajero, le preguntó algunas referencias de la navaja, como la marca y otras cosas, además del lugar donde la compró. Finalmente se despidieron y cada uno volvió a su rutina, el viajero a su casa y Nelson a lo suyo, pero con una pasión que empezaba a tomar forma.

 Apenas pudo, compró su primera Victorinox, después compró otra y otra. Ya empezaba a formarse lo que sería una futura colección, no eran muchas y quedaron por un tiempo así. Con el tiempo empezó a comprar más y finalmente decidió formar su colección, compraba todo lo que podía, hasta buscaba en ferias de segunda mano para encontrar algún modelo descontinuado, para darles vida como decía él,  y seguir haciendo una buena colección. Ésta llegó a crecer mucho, disfrutándola no solo él, sino también a quienes se la mostraba. Siempre escuchar a alguien que habla con pasión de algo, es interesante.

 Esta historia habla de las emociones que nos evocan las cosas. Un hijo, por el recuerdo de su padre, no quería perder algo que le perteneció. Y ahora, un padre, por amor, dejaba ir la colección que con tanta pasión había logrado reunir. Pues, una pequeñita que conoció cuando ella tenía dos años, y que llegó a ser su hija, comenzaba sus estudios superiores, ahora ya toda una joven. Había que reunir dinero para ello. 

Las formas de expresar el amor son tan diversas, de a poco nuestro amigo, empezó a vender sus queridas navajas, para que esta hija, que nació en su corazón, empezara a cumplir sus sueños.

Es interesante cómo las cosas llegan a nuestras vidas, estas son historias sencillas, de cómo a veces los objetos nos llevan por sus propias historias y llegan a ser más que aquello para lo que fueron diseñadas. Nos han dicho que buscamos las cosas que queremos, pero a veces, como en esta ocasión, son éstas las que nos encuentran.


JRN 

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