El regalo que llegó
Los días se parecen mucho entre sí, el trabajo y las demás actividades van conformando lo que llamamos rutina, salvo algunas cosas distintas, como situaciones graciosas u otras, el tiempo transcurre normalmente. Así era en el trabajo de Rodrigo, cada día en su taller la vida fluía entre todo lo que tenía que hacer, hasta que un día fue distinto, y sin saber cómo, algo nuevo llegó, algo que siempre había esperado.
Con incredulidad recibió el regalo que le estaba pasando un amigo, cliente de muchos años, no podía creer que en sus manos, había ahora algo que tenía un gran significado para él. No pudo contener la emoción, ya hace muchos años, como casi olvidado en su memoria, aunque muy presente, el regalo que esperó de su padre, el cuál nunca llegó y que con el tiempo quedó como aquellas cosas que pudieron ser, pero que se perdieron en algún rincón de la vida. Ahora, ahí estaba al fin, reconciliándose ese sentimiento que había quedado en pausa hasta ese momento.
Rodrigo vivía su vida de adulto trabajando normalmente, y como todas las cosas que empezamos a reunir con el tiempo, éstas llegan de a poco. Para él, llegó de una forma un tanto casual, su cuñado, le regaló una navaja, que para aquel momento estaba descatalogada. Esto lo animó mucho, pues todos sabían que le gustaban, pero aún no había empezado ninguna colección y tampoco era algo que tenía planeado.
Como bien escribió Antoine de Saint-Exupéry: "Todos los adultos fueron niños alguna vez… pero solo unos pocos lo recuerdan”. Coleccionar tiene esa parte de la infancia, como cuando un niño en la playa junta piedras y caracoles, tesoros que son vistos con la imaginación que después se pierden con la adultez.
Así empezó la colección de Rodrigo, como por una especie de casualidad, por esa pieza ya descatalogada, y que venía desde el país donde se fabricaban, no podía ser mejor inicio, aunque él aún no lo sabía.
El acto de regalar algo va con una carga de emoción, pero cuando toca algo dentro la persona que lo recibe, no se puede describir el cúmulo de sentimientos que envuelven un momento que llega a ser único. Ahí, después de muchos años, un amigo regalaba a otro una navaja Swisschamp, sin saber que tocaría una fibra tan profunda, lo que un padre no hizo, un amigo lo cumple, cierra un círculo y el momento es casi mágico, lleno de una profunda emoción.
Ahora, ya comenzaba a tener forma una colección. Podemos pensar que cada una es única, porque está marcada con la personalidad del coleccionista. Además, tiene aquellas historias y recuerdos que siempre nos acompañan, y como en este caso, empiezan reconciliando el pasado con el presente, de una forma tan sencilla, como el regalo de un amigo a otro.
La colección de Rogrigo ha crecido mucho, y se pueden ver piezas muy buenas, disfrutándolas siempre él y aquellos que las ven. Sin embargo, hay algunas más especiales, las que cuentan su historia. Además, a diferencia de él, su hijo recibió una navaja para un cumpleaños, y la expresión de alegría en su rostro fue impagable. Era también, la alegría de aquel jovencito, que esperó por tantos años, el regalo que por fin llegó de la mano de un amigo.
JRN